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Cara a cara con...

Alumni: Natalia Fernández

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Presentación

Me llamo Natalia Fernández Arrechea, soy de San Sebastián y estuve en Goimendi del año 2000 al 2005. Estudié Medicina y ahora estoy felizmente casada. El próximo año hacemos 10 años de casados y tenemos una hija maravillosa. Hice la residencia de otorrinolaringología en el Hospital Virgen del Camino en Pamplona y desde hace varios años trabajo en el Hospital de Mendaro, en Guipuzkoa, donde atendemos consulta y todas las semanas tenemos actividad quirúrgica.


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Describe en tres palabras qué es Goimendi para ti

Goimendi para mí es amistad, valores y libertad.

Amistad:

La familia que cada uno tiene de alguna manera te viene impuesta. Soy muy afortunada de la familia que tengo, pero no la he elegido, forma parte de tu intimidad. Las amistades, en cambio, una las va eligiendo y forman parte de la personalidad de cada una y con el paso de los años una comprueba que son el mayor tesoro que alguien puede tener. Goimendi me dio las mejores amigas que tengo, que todavía conservo. Cuando echo la mirada atrás me siento tan afortunada de mi paso por Goimemdi, le debo una de mis mejores etapas de la vida: la universitaria. Leí en un artículo que solo el 1% de la población a nivel mundial es universitaria. Cuando lo leí me dio mucho que pensar… Nos creemos que el ambiente en el que nos movemos, la propia universidad, es lo normal, y sinceramente un 1% es como para sentirse una privilegiada. ¡Qué suerte haberlo vivido! En la época de la universidad tienes juventud, ilusión, tiempo, pocos compromisos y una infinidad de oportunidades. Y si la vives en un Colegio Mayor donde convives con chicas de distintas edades, con inquietudes diferentes, de todas las ciudades de España y también del mundo entero, ¡esa riqueza es incalculable!

Valores:

Recuerdo que mis padres querían que estudiara en la Universidad de Navarra por su prestigio, y en especial se empeñaron en que viviera en Goimendi, porque estaban convencidos de que me encontraría con personas con valores que me ayudarían desinteresadamente a completar mi deseo de conseguir ser médico y de formarme, no solo en el plano académico, sino también en el humano; y así fue. Según mi padre eso era la élite de la sociedad, ese equilibrio entre la razón, la voluntad y lo trascendental. Ese era el lugar donde lo podría vivir.

Libertad:

Pese a los prejuicios típicos (un Colegio Mayor del Opus Dei…) yo hasta entonces no conocía nada, siempre me sentí libre. Entré con la convicción de marcharme el primer año, porque algunas de mis amigas del colegio habían ido a otras residencias, pero el ambiente de familia que me encontré en Goimendi hizo que me quedara allí 5 años. ¡Todavía me sorprendo! Ve y juzga por ti mismo, ten tu propio criterio, es una lección que me sirve hoy en día.


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Si tuvieras que destacar algo, ¿qué es lo que más te ha ayudado de tu paso por el Colegio Mayor?

Creo que Goimendi me ayudó a alcanzar mi meta, que era superior a mis fuerzas. Y me descubrió una mirada más trascendental de la vida gracias al ejemplo y al testimonio de vida de personas que se pusieron en mi camino.


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¿Qué recuerdas con más cariño de esos años?

Recuerdo las charlas hasta altas horas con mis amigas en el cuarto: Duart, Tere, Inma, Cova, Labarga, Vicens, Blanca, Kas... y no puedo nombrar a todas, mis dos ángeles de la guarda y las convivencias de estudio que tanto me ayudaron a sacarme la carrera... ¡Te lo pasabas bien y encima estudiabas!


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Todo el mundo coincide en afirmar que una llega de una forma a Goimendi y sale de otra. ¿Podrías contarnos en tu caso en qué consistió ese cambio o crecimiento?

Goimendi me ayudó a crecer y mejorar como persona con el cariño y ejemplo de las personas con las que coincidí. Entré con 17 años y salí casi con 22, con la carrera encarrilada, unas amigas para toda la vida, me ayudó a formarme espiritualmente, me enseñó a ser más generosa y a conocerme mejor a mí misma.


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Tu rincón favorito de Goimendi

El cuarto de estar.


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Tu momento preferido o especial

Esas noches interminables en la sala de estudio en la época de exámenes, donde compartías risas y agobios, donde siempre encontrabas a alguien con quien desahogarte; una mano amiga a la espalda dándote ánimos ¡no tiene precio!


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¿Qué consejo les darías a las residentes actuales o futuras residentes?

Les diría que disfruten al máximo del Colegio Mayor. Una puede vivir en Goimendi sin pena ni gloria o puede involucrarse, participar en todo lo que te ofrece: charlas culturales, excursiones, actividades deportivas, convivencias de estudio, retiros… ¡Hay que tener mente abierta, curiosa y sin prejuicios! Qué lujo, por ejemplo, tener todos los mediodías una conferencia de alguien interesante, de todas las disciplinas, no solo en mi caso de la medicina. Recuerdo a un pelotari que vino a contarnos su vida y experiencia, un torero, un empresario padre de una residente, una bióloga que nos explicó qué era clonación (que estaba entonces en auge), profesoras de la universidad de todas las disciplinas, el jefe de protocolo de la casa real… ¡Y cómo no mencionar la época de voluntariado a Uganda y Lituania los meses de julio, en la que tuve la suerte de poder participar varios veranos promovida por el CM! Por todo ello, solo puedo decir: ¡Gracias Goimendi!